Por Andrés Masegosa. Artículo Publicado en la revista INFOPACK, Número 108 . Octubre 2005
Estampación por calor en las etiquetas en continuo
Este sistema de impresión complementario -en muchas ocasiones fuera de máquina de impresión-, ha pasado a ser imprescindible para poder ofrecer al cliente final más valor añadido con efectos metalizados.
La estampación con cliché rotativo y la irrupción del stamping en frío ha proporcionado el espaldarazo definitivo para que las nuevas máquinas incorporen el sistema en línea, sin sacrificar la productividad.
Vamos a enumerar algunos de los más importantes:
Adherencia
Es el primer requisito. El abanico de substratos plásticos es amplio (PP, PE, PVC, PET, etc. con o sin Top Coated) pero el papel no se queda atrás: térmicos, alto brillo, estucados… y si hablamos del mundo de la etiqueta de vino, la variedad de grabados y texturas tan amplia, complica la elección adecuada, máxime si el objetivo es unificar un tipo de película que ofrezca una adherencia óptima. Nunca hemos de perder de vista que el substrato esté en condiciones óptimas: tensión superficial, recubrimiento, etc.
Definición
Estampación por calor ofrece unos niveles de calidad y versatilidad que las nuevas películas en frío todavía no alcanzan, aun así, la exigencia en prestaciones cada vez es más alta y en producción hemos de evaluar una serie de parámetros cada vez más amplios cuando vamos a homologar la película óptima para trabajar.
Es decir, que la película sea capaz de reproducir fielmente el grabado que tenemos. La resolución de líneas muy finas (los escudos de las bodegas es un buen ejemplo) tanto en positivo como en negativo puede ser un quebradero de cabeza para el maquinista, pero también la impresión de grandes masas. Conseguir el equilibro perfecto en el desprendimiento no es sencillo, y si la elección no es correcta, podremos apreciar problemas de emborronamiento o contaminación de partículas si es excesivo o de “puntitos” y zonas de no impresión si la película es más dura.
Compatibilidad
El stamping, como un elemento más en medio de un proceso de impresión combinado, ha de ser compatible con otros “compañeros de viaje”. En primer lugar, con las tintas, generalmente de curado UV, ya sean de flexografía, offset, tipografía o serigrafía, cada tecnología tiene sus peculiaridades y con frecuencia la película tiene que comportarse bien sobre varios sistemas en el mismo trabajo. También ha de permitir en ciertos casos ser impresa o barnizada y ser receptiva al relieve.
Velocidad
La capacidad de muchas máquinas permiten trabajar a más de 100 mt/min, si el stamping no puede seguir el ritmo, ni aunque sea rotativo, al menos que frene lo mínimo, por tanto exigiremos que la película tenga desprendimiento rápido del poliéster garantizando una buena calidad.
Versatilidad
Está claro, visto lo expuesto anteriormente que una película polivalente, siempre será una ventaja en nuestro taller de producción, pudiendo unificar referencias y reducir nuestros stocks. La elección de una calidad “todo terreno” se justifica sola, pero en este apartado queremos añadir otro matiz a la palabra versátil:
Todos sabemos que el ajuste de máquina al iniciar un trabajo contempla tres variables: Temperatura, Presión y Velocidad.
Es habitual ajustar estos parámetros en cada trabajo ya que en muchas ocasiones diez grados de margen o algunos puntos de presión pueden provocar serios problemas de calidad, generando muchos metros de mermas o que nos obliguen a bajar la velocidad de impresión. Por ello, es muy importante utilizar películas de termoimpresión que ofrezcan un rango amplio de tolerancias. Es decir, que el ajuste de máquina no sea una senda estrecha a la mínima estamos fuera, haciendo la vida fácil al impresor y aumentando la productividad.
Por supuesto, no agotamos aquí los criterios para elegir una película, ya que la resistencia a la abrasión, o a determinados elementos como el aceite, alcohol, o productos químicos es habitual. También es frecuente evaluar la opacidad o el aspecto, ya sea en términos de tono o de niveles de brillo. En resumen, analizando los cinco apartados aquí expuestos, podremos atender los compromisos de calidad y rentabilidad que con más frecuencia marcan la elección y, por tanto, el resultado final de la etiqueta.